domingo, 26 de septiembre de 2010

LA GRAN DEPRESION EXPOSICION FOTOGRAFICA DE ROBERTO VILLALPANDO

La gran depresión
Exposición fotográfica de Roberto Villalpando

Conocí a Roberto Villalpando hace varios años durante una reunión fraternal en  un invierno de Pachuca; en ella se trataban temas referentes a la filosofía, el hombre, la ciencia y el descubrimiento de la “verdad” como principio fundamental de la creación universal. 
Compartía en aquel entonces de nuestra amistad incipiente, mi interés por la fotografía y en poco tiempo lo reconocí, no sólo como mi gran amigo, sino como un hermano de principios que nos entrañaron hasta el día de hoy, alrededor de  aquellas tertulias maravillosas en donde la luz de la velas iluminaban nuestra razón y nuestro deseo  de crear una idea en bien general de la humanidad. Se gestó nuestra hermandad que hasta hoy, a pesar de tantos años de no verlo, está presente.
Roberto y yo asistimos durante varios años a las mismas reuniones en las que él analizaba en silencio los temas que compartíamos. Sus breves intervenciones eran de una agudeza extraordinaria, incitando siempre a la práctica cotidiana de la verdad: la congruencia de lo que se comentaba con lo que se hacía. No fueron pocas las ocasiones en que Roberto expresó su disgusto por la hipocresía y la falta de correspondencia entre lo que se pregonaba y lo que en la vida cotidiana se realizaba. Roberto es, pues, un hombre no sólo profundamente reflexivo, sino  amante de la honestidad y la verdad universal. Así es el Roberto que conozco.
Al paso del tiempo y de nuestra creciente fraternidad conocí al artista. Su afición a la fotografía no era un interés puramente profesional; inició, como sucede en los mejores artistas, acompañándolo desde su primera juventud, en un taller en el que entendió las  técnicas y el proceso de este oficio, no sólo en su sentido práctico, sino que, en la combinación de elementos, se revelaban ante sus ojos los mismos misterios que se les presentaron a los alquimistas en sus laboratorios: misterios que sólo son revelados a unos cuantos capaces de ver mas allá de lo que la ciencia positiva cree llamar su “verdad”.
Me explicaba con pasión las técnicas fotográficas; las perspectivas y los colores; los ángulos y los rostros; las sombras y los instantes; cómo se leen las historias que las imágenes narran; el tamaño, el tipo de marco, los lentes… Me confiaba  muchos proyectos sobre fotografía contemporánea, sobre realidades cotidianas en las calles que es donde está el arte, o mejor dicho, donde el arte se revela ante los ojos de quienes son capaces  de verlo y entender su mensaje, el cual siempre ha de ser de una verdad desentrañada. 
Roberto Villalpando, el fotógrafo,es un artista de este tiempo, de su tiempo, que tendrá en toda su obra presente y futura la revelación de alguna verdad a través de su honestidad, que en sus ojos es manifestada.
Roberto ha hecho suya esta tierra, Hidalgo. Pachuca lo ha aceptado como a un hijo y en correspondencia, él le ha retribuido su trabajo, su sensibilidad y esta exposición La gran depresión.
Recientemente me enteré de la exposición a través del facebook; hacía años que no veía a Roberto. En cuanto leí la invitación, fue inmediata la confirmación de mi asistencia.  
Llegué  ese día de equinoccio pocos minutos después de las 7 de la tarde, horario de la convocatoria; los minutos de retraso se debieron a que todo el primer cuadro de la ciudad de Pachuca estaba cerrado por el aniversario número cien del Reloj Monumental de la capital hidalguense, el cual se celebraría un día después.  Ese mismo día se inauguró la Explanada Bicentenario y fue develada la “Victoria de los Vientos" que se consagrará ante los ojos de los pachuqueños como señora eterna de esta bella ciudad.



La gran depresión es una exposición que revela la realidad del ser humano de nuestro tiempo: nos muestra sus máscaras con florida originalidad. En cada imagen el autor logra separar la apariencia de la realidad humana, nos desenmascara y, en  algunas imágenes, el hombre queda desnudo ya sin la parafernalia de atuendos que nos colocamos para ser lo que no somos y aparentar nuestra ­-a veces- muy profunda infelicidad.
Como en los años 30 de la gran depresión, la actual no sólo es económica y  política: la de hoy tiene su centro en el vacio del interior de cada ser humano, como producto del mercado voraz, la pobreza de la educación, la mediocridad en muchos de los liderazgos que vivimos y la poderosa ignorancia diseminada como arma de exterminio masivo a través de muchos medios de comunicación. Este vacío del interior humano disfrazado de carnaval es lo que Roberto ilustra de una manera extraordinaria en esta exposición.
Las máscaras y los vestidos, dignos de los más hermosos disfraces de carnavales florentinos esconden al hombre sumergido en diferentes pasiones humanas: la soberbia, la codicia, la ignorancia que nos hacen ser títeres de las mismas pasiones.
El movimiento está en todas las imágenes; el color abruma pero está en el instante justo; la profundidad que caracteriza a la tercera dimensión otorga al espectador el realismo y, al mismo tiempo, le permite la posibilidad de ser o no ser parte de la fotografía. Los anteojos dicromáticos hacen que el asistente decida  entrar a ese mundo fantástico de apariencias para reconocer su verdadera identidad o  decida sólo ser un espectador de la depresión humana que –sabe- está viviendo en este momento.
Las imágenes se comunican con nosotros; nos hablan, nos invitan a entrar a ese mundo fantástico que nació de la imaginación de Villalpando, el fotógrafo y lo hacen a través del grito, la súplica, la invocación y la meditación.
El lenguaje en estas imágenes está vivo, sólo basta colocarse frente a cada una de ellas para mirarlas como espejos; en ellas nos encontramos y, desafortunadamente, solo a veces nos reconoceremos.
La exposición en conjunto es una espléndida obra de arte pero, además, dentro de ella hay elementos que se vuelven, por sí solos, obras maestras, como la imagen donde un “metahombre” con máscara y vestido rojo en el centro ocupa todo el espacio a quien nombrare como "el juez". Su colorido, el fondo, la postura que reta y, a la vez, intenta dominarnos con el poder de la fuerza y tocandose el corazón como  si deseara mostrar que  ahí es el  lugar donde hay que buscar nuestra verdadera identidad.  Con esa imagen Roberto  consagra su exposición; con ella, él mismo se enfrenta y se pregunta si ha valido la pena hacer el esfuerzo económico y artístico para compartirla con nosotros.
La respuesta es sí, querido Roberto.
Tu evolución como artista se manifiesta también en los maniquíes que colocaste para acompañar a los asistentes, que cuando aún yendo solos, no se sientan únicos en su tristeza o en su alegría enmascarada. Estos maniquíes muestran la evolución del hombre: desde su nacimiento, su paso por la  vida y el camino a su inevitable final, la muerte física, a la que sólo a quienes no saben apreciar la vida y el arte les genera miedo.

Cohutec Vargas Genis
Pachuca de Soto, Hidalgo; 24 de septiembre de 2010.

LA EXPOSICIÓN ESTA  EN LA SALA DE ARTE JOVEN
DE LA FUNDACIÓN ARTURO HERRERA CABAÑAS
PACHUCA HGO.

sábado, 18 de septiembre de 2010

SIMBOLISMO (Compartenos tu Opinión sobre estos símbolos)

Baculo de Esculapio











Escuadra y Compás


"Ave Fenix"

"Venciendo las Pasiones"


FOTOGRAFÍA


UN TRIBUTO A LOS LUGARES Y DETALLES QUE
 SE ENCUENTRAN AL ANDAR 
(Cohutec Vargas Fotografía) 


Fortuna 
Ciudad de Puebla 


Los solares tierra de barro
Los solares de Atlixco Puebla. 



Carretera 

Sobre el Arco norte. 



Tunas 

Tunas en la zona arqueológica de Tula Hidalgo. 


lluvia 

Camino para subir al Tepozteco 




Un tributo a la gente, la tierra, la mujer; 
 en los lugares que he tenido oportunidad de visitar, 
 a través de la lente de mi cámara.




El torito en Atlixco Pue.
Cohutec Vargas

Niña azul 
Cohutec Vargas



Arbol Huasteca Hidalguense
Cohutec Vargas


Vendiendo artesanías 
Cohutec Vargas 


 
Matlachines en Atlixco 
Cohutec Vargas 


Molango Hidalgo
Cohutec Vargas



Tierra, Madera... Mujer
Cohutec Vargas 


Realidades II
Cohutec Vargas 


La realidad México
Cohutec Vargas 



Sobre la Autopista Siglo XXI
Puelba-Morelos
Cohutec Vargas


Nueva Generación de Zapatistas 
¡la Lucha sigue, Zapata Vive!
Cohutec Vargas 





Los Nogales en Metztitlan Hgo.
Cohutec Vargas



Ex convento de Coyula
Cohutec Vargas


Papalote en Atlixcayotl
Cohutec Vargas

"Nostalgia"
Cohutec Vargas

"Atardecer Huasteco"

"Madre alfarera"
Cohutec Vargas
"Crepusculo"
Cohutec Vargas

"Cortando Flores"
Cohutec Vargas



GEOMETRÍA SAGRADA & SIMBOLISMO HERMÉTICO



El cielo y la tierra
Los extremos atados y eternos

¿Pero es verdad que dios morará sobre la tierra?
He aquí que los cielos, los cielos de  los cielos
No te pueden contener;
¿Cuánto menos esta casa que yo he edificado?
Rey Salomón 

Una vez que  Salomón el sabio  terminó  el  templo  dedicado a Jehová, su dios, se hace una pregunta  o más bien le hace una pregunta a quien con su obra le rindió tributo, Jehová, le implora preguntando ¿es verdad que dios morará sobre la tierra?  Y después le   afirma; “he aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener”  ¿Cuánto menos  esta casa que yo he edificado? Finaliza  con  esta  duda tormentosa, que debemos  meditar para ayudarle a responderle,  Así hablo el gran rey sabio, mostrando la profundidad de sus  cuestionamientos,  teológicos y filosóficos.
Si dios  había  pedido a  David una obra donde pudiera morar en la tierra, ¿cuál sería  la finalidad de tal petición? No acaso el cielo era la morada perfecta para el único dios adorado por el pueblo judío, dios todo poderoso e innombrable, masculino recalcitrante, intolerante   a cualquier competencia por la apología divina que lo sustentaba, manifestación de unidad que no permitiría una compañera para gobernar el reino supremo de la fe del hombre.
Esta duda filosófica de  Salomón es el principio  por el que   debemos  iniciar el  estudio de los reinos, en especial  el cielo, azul, inalcanzable para los hombres de hace cinco mil  años y al que nosotros podemos tocar hoy en día  con el estudio no solo de la ciencias,  físicas sino  sagradas, complemento de nuestra instrucción masonica para formarnos  como;  hombres, masones, príncipes, magos y sacerdotes de la verdad, única fuete del conocimiento  universal, a través de nosotros mismos.
Acudo nuevamente a la tradición judía en los libros de extraordinaria belleza y sabiduría, el génesis cuando  dice: en el principio creo dios los cielos y la tierra,  afirmación contundente del poder supremo de ese dios, que se crea una morada a partir de sí mismo y la nombra cielo, donde él habita a partir de ese momento, y  crea atributos que va descubriendo en un ejercicio de creación, de candor manifiesto,  hay un momento revelador, el momento de la creación de la luz de ese nuevo universo, dice: y dijo dios, sea la luz y fue la luz, y vio dios  que la luz era buena, hasta entonces pudo verlo, porque antes solo existían  tinieblas. Después  hizo una expansión sobre las aguas  que había formado, y la expansión fue el cielo arriba y la tierra aabajo. Así creó dios el cielo y la tierra y a partir de ellos creo a los seres y  todo cuanto sabemos hasta hoy.
En esa perfección  entre el cielo y la tierra  se formo el paraíso, y en él, el hombre, que estuvo solo por algún tiempo,  pero  que gracias a la bondad de este dios, le creó una compañera, cuya persuasión acabo con el equilibrio perfecto, al tomar el fruto  prohibido de la ciencia, el saber y conocimiento, que  solo le pertenecía a él, diciéndoles, a partir de hoy ganate el sustento con el sudor de tu frente, es decir: de tu pensamiento propio.
Este cielo terrenal, y esta tierra celestial, le fueron arrebatados al hombre  por una curiosidad propias  de su creador quien lo  que lo hizo, a su imagen y semejanza.
Este dios que habita en el cielo, que es inmaterial como el conocimiento o símbolo del mismo, que esta presente  en todo independientemente de la existencia del hombre, una hoja existe y encierra mil misterios sin importar que haya una mente que la descubra, el cielo  divino esta en ella, y el hombre en el cielo que le arrebata a dios cuando es expulsado, se pregunta , ¿que es esa hoja?, y el hombre  ve y vive en la tierra, ese es el lugar que le corresponde por  designio divino, es tierra, y carne, materia, roca, agua,  fuego, aire.
Cielo y tierra, fueron creados para estar eternamente atados, a partir de ellos, el hombre busca en lo inmaterial del conocimiento, arrancar a la tierra sus arcanos, y volverlos ella.
Cuando el hombre  aspira a elevarse a los cielos y  dios le pide a David una morada en la tierra, hacen un pacto divino manifestado, en una alianza,  permanente que de romperse, no acarrearía masque la destrucción de ambos.
Por eso la existencia del cielo divino, o dios, no es un dogma, es una alianza cuyos símbolos mas importantes,  están a la vista, cielo y tierra, un cielo  que no puede contener a dios y una tierra en la que el hombre  que alcanza la sabiduría tiene en su  corazón un templo para albergarlo..
Estos son algunos de los misterios de estos símbolos supremos  que debemos meditar sin reparo y sin prejuicio, pensando  como Luzbel o luz mas bellas,  el único arcángel libre de pensamiento  y acción que se atrevió a pedir a dios ser igual que él, y que por ello fue expulsado.  A un lugar inferior a la tierra que debemos meditar con detenimiento.

Es cuanto
Cohutec Vargas genis




"Vitruvio"
Flor  de la  Vida


viernes, 17 de septiembre de 2010

MURALES

"Las Muchas Patrias" de Polo Castellanos



¡AL LADRÓN, AL CORRUPTO Y AL TRAIDOR: METRALLA, HORCA Y PAREDÓN!
¡MUERA EL MAL GOBIERNO!
¡VIVA MÉXICO CABRONES!
Polo  Castellanos

POESÍA

1.- Ladrido 20
2.-En las canteras del Alma
Cohutec Vargas
3.- Haikú a Jaime Sabines



Ladrido  20
Con todo cariño para el Dr. Juan Cuautle 
y su excelente proyecto para la antología poética:
 "20 ladridos de amor y un aullido desesperado" 


Puedo hacer los ladridos más tristes esta noche.

Ladrar por ejemplo: “mi hueso es una estrella, 
O me esperan, crujientes,  mis croquetas a lo lejos”
.
El aroma de la noche gira en mi olfato y canta.
Puedo hacer los ladridos más tristes esta noche.

Yo la cola le movía y ella también lo hizo.
Porque en noches como está la  tuve entre mis patas.

Le  lamí tantas veces bajo el cielo su chiquito.

La perra me quizo, y a veces en brama me ponía
 Como no haber lamido sus grandes colgadijos .

Puedo hacer los ladridos mas tristes esta noche.

Aullar  que no la tengo, olfatear que la he perdido.
Oler la noche inmensa, más que una chuleta.
 
Y el hueso cae al suelo como orines  al rocío.


Qué importa que mi cola no pudiera acariciarla.
La noche esta olorosa y la perra no está con migo.

Eso es todo. a lejos otro ladra, a lo lejos.

Y mi olfato no se contenta con haberla perdido.

Cómo para acercarla, mis garras la buscan  

Mi lengua la busca, y la perra no está con migo.

La misma noche que me hizo orinar los mismos arboles.

Nosotros,  los de entonces , ya no ladramos lo mismo.

Ya no la huelo, es cierto,  pero cuanto la olía.

Mi ladrido busca el viento para tocar su oreja.
De otro , será de otro, pastor, o san Bernardo?

Su hocico, sus ancas largas, sus ojos amarillos.
Ya no le monto, es cierto, pero tal vez me pegue,
 
Es tan corto el celo y tan largo el aullido.


Porque en noches como esta la tuve entre mis patas.

Y mi olfato no se contenta con haberla perdido.
Aunque  este sea el ultimo ladrido que me arranca

Y estos sean los últimos arbustos  que le orino.



En las canteras del alma


 El maestro hizo un ademán con el báculo y rogó al discípulo
que se sentase en la piedra junto al estanque de los peces.
Así lo hizo el discípulo preparándose a escuchar la voz del maestro.

Gibrán Jalil Gibrán.

A mis hermanos de la escuela de Misterios
Depón las banderas negras que levantaste
desde tu nacimiento.

¡Hermano!
Alza la cara para que el rocío
de crepúsculos alivie tu dolor inescrutable.

Levántate, anda, dirígete con vigor
a las canteras del alma.
Toma tu martillo y tu cincel
y ponte a desbastar.

En el régimen que el Sol de mediodía domina,
abre bien los ojos para que la luz de Oriente
te purifique y te guíe.
No arañes lo que no alcances;
nutre incandescencias,
renueva los ocasos
de tu palabra y de tu alma.

Viaja cada día a las canteras del alma
para que la arquitectura de tus aguas
penetre a todos los que te rodean.

Alerta a los búhos que vigilan en las
entrañas de tu espíritu,
persuádelos para que después de sacudirse
el polvo de la esperanza,
se lancen a la conquista estoica de la sabiduría.
Alivia la maleza de tus ojos tallando los
mármoles escarpados que nacieron a la sombra
de misterios y enigmas seculares.

Ellos vieron mil amaneceres mudos,
ellos vieron mil crepúsculos de media noche,
que cantaban el cinceleo
de tus manos.

Quita con cuidado los sofismas subterráneos
que recubren tu tosca piel llena de dogmas absurdos.
Arranca luces policromas a cada intento de lucha
elocuente, yéndote paso a paso al camino infinito que
te llevará a mirar por primera vez tu rostro.

Siéntate en una laja de piedra esculpida para
leer suavemente el libro del Sol y la montaña.

Traduce el lenguaje y los misterios del aire y de la Luna.

Estudia profundamente el horizonte del hombre,
la belleza de la naturaleza
y los misterios de la divinidad sin nombre.



HAIKÚ A JAIME SABINES

En sabines dios
viejo pintor de nubes
en dios la poesía