sábado, 25 de junio de 2016

Después de la palabra.

OAXACA
LO PEOR DEL SISTEMA Y  LO PEOR DEL MAGISTERIO.

La libertad es la obediencia a la ley
que uno mismo se ha trazado.
Jean Jacques Rousseau

Para Edi Galicia, Emiliano Zurita y Jesús George Dávila
Amigos entrañables.

Vengo de una familia de maestros, mi padre, maestro rural, egresado de una normal rural, mis tíos, agrónomos y maestros comunitarios, muchos de mis primos, maestros que han laborado en la sierra, en las comunidades y en la ciudad, mis mejores amigos maestros, varios de ellos con una trayectoria en la sierra de más de 20 años, todos luchadores sociales, antiguos apostolados de una forma de ser maestro que agoniza, todos, en 20 años, nunca han dejado de presentarse en sus aulas para impartir lo que el programa oficial enseña, pero también, para compartir lo que la experiencia de vida y de conocimiento les ha brindado, todos maestros por convicción profunda, todos han exigido de manera civilizada sus derechos y defendido la educación pública como un derecho inalienable del hombre.
Voy a citar quizá al pensador que más influyó en la construcción de  mi formación ideológica relacionada con la vida docente, el gran José Martí, educador de las Américas,  “Educar es depositar en el hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, [...] ponerlo al nivel de su tiempo [...] prepararlo para la vida” (II, 507). “Educar es dar al hombre las llaves del mundo, que son la Independencia y el amor, y prepararle las fuerzas para que lo recorra por sí, con el paso alegre de los hombres naturales y libres” (I, 1965). UNESCO 1993.  Y lo cito porque comparto los preceptos  en los que en esencia, el proceso de educación tiene la sublime tarea de la construcción de  un “hombre” libre constructor de su propio camino, sensible a miserias  e injusticas.
En México, hablar de educación es hablar de Vasconcelos, de Reyes, de Justo sierra, también es hablar del normalísimo rural y urbano, y sobre todo,  es hablar de la íntima relación que el maestro ejerció a mitad del siglo XX ante  los problemas sociales. Hablar de educación es hablar de las normales rurales, secuestradas por intereses sectarios de una extrema y torpe izquierda y exhibidas como ejemplo dictatorial, para contener la insurgencia  comunitaria de la cual fueron parte en algunos lugares, ambas situaciones totalmente inmerecidas para una  manera de comprender el apostolado educativo propuesto por Cárdenas. Ambos extremos de una forma de ver y atender las problemáticas de una manera lamentablemente errónea al  utilizar un sistema  de formación docente que pudo haber sido perfectible, para fines siniestros y absurdos. Hablar de educación en México es hablar también de la diversificación y especialización en la formación docente, necesaria para un país contrastante y cada vez más plural, en el  que la educación pública y privada  conviven desde hace algunos años ya, de manera a veces  tensa, a veces cómplice, a veces sana. Hablar de educación es México es hablar de la autonomía universitaria, del desarrollo de las universidades  tecnológicas tan dinámicas como las que más en el mundo, hablar de las  universidades privadas, pequeñas y grandes, es hablar de organizaciones y docentes independientes que trabajan día a día buscando sobresalir y sobrevivir en un  espacio de obstáculos, y carencias que se van solventado, pero todas ellas transformadoras  y positivas  para las localidades, estados y lugares donde se instalan. Nunca sobra una universidad en cualquiera de sus formas en ninguna parte de nuestro país.
Hablar de Educación en México es hablar de crítica inteligente y servilismo despótico.  Es hablar de un sindicalismo totalmente corrompido, para satisfacer insignias clientelares, es hablar del maestro, al servicio del estado, que cuenta aún con los derechos laborales de tendencia social, y también los contratados por honorarios o por contratos periódicos, es hablar de los maestros de escuelas particulares que a veces son los menos retribuidos y a los que nadie menciona.
Hablar de educación en  México es hablar de un complejo sistema cada vez más diverso, más contrastante,  más competitivo, más versátil.
Si bien no todo el magisterio carece de un salario digno, también es cierto que no todos acceden a un salario que mínimamente les permita solventar sus necesidades que como educador necesita. Y no necesariamente  hablo de aquellos que están al servicio del estado sea estatal o federal, hablo de toda la diversidad que he mencionado.
Hablar de un conflicto como el de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, y Chiapas entre otros lugares,  es ver solo una parte del fenómeno educativo en México, y muestra  de las graves contradicciones mutuas de los contendientes;  por un lado, un sindicato que  ha sacrificado toda responsabilidad y ética profesional hacia la actividad docente, en aras de una lucha para beneficiarse y mantener sus componendas  históricas , no siempre justas, ni en favor de una educación a la que ellos han tomado como bandera, y a la que cada día dedican tan solo discursos demagógicos e insignificantes. Por el otro extremo, un gobierno  que ha permitido el crecimiento de sindicatos impunes y clientelares, a los que han dejado de serle útil, y recurre a la toda la fuerza  represiva de la que es capaz para aplacarlo, sin lograrlo de manera eficiente.
Ambos utilizan para su lucha lo peor de sí mismos, unos el conflicto y la agitación social, otros, la desinformación, la represión y la fuerza, ambos buscan la descalificación del otro, ambos golpean con  palos, palabras y ofensas no solo a su contrincante, si no a lo más sagrado que tiene la civilización humana que es: SU EDUCACIÓN.
La lucha de Oaxaca, es la ejecución de lo más  miserable de ambos bandos, es la lucha por la prevalencia de sus peores concesiones.
Oaxaca pudiera ser el inicio de un diálogo utópico (en nuestro país) por mejorar la educación pública básica, sea gratuita o privada; y no el escenario de brutales muestras de deshonra por nuestra Educación, nacida allá, en los antiguos Tepoxcalli o Calmecas, o en las universidad nacionales Mexicanas, anteriores a la sorprendente y poderosa Harvard.
El conflicto de Oaxaca  no es en pro o en contra de una reforma educativa, o no educativa, ni tampoco, por la educación pública y los derechos de nuestros maestros, como cada sector de esta disputa presume,  ambas cosas son una terrible quimera, el conflicto de Oaxaca es la lucha por la prevalencia de derechos y privilegios inmerecidos e injustos, que solo sirven uno cuantos líderes que no quieren ver derrumbado un imperio de posiciones políticas que desde hace tiempo poseen para su beneficio.

Jonacatepec Morelos junio de 2016
Cohutec Vargas Genis 



jueves, 9 de junio de 2016

Cuando crepita la noche

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,
 antes que vengan los días malos,
 y lleguen los años de los cuales digas:
No tengo en ellos contentamiento;

antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas,
y vuelvan las nubes tras la lluvia…

Eclesiastés 12


Cuando crepita la noche

Sobre “Sólo un poco aquí” de Abraham Chinchillas.

La presente  obra del  Mtro.  Abraham Chinchillas es un libro que cimbra aun en la dureza de las personalidades más reflexivas.

"Sólo un poco aquí", está construido como un poema de largo y cadencioso aliento, necesario para estos tiempos de brevedades simples y palabras endebles.

Es un poema que encontró una dualidad superior mostrada en sus dos partes, pero como toda dualidad, al tocarse en los extremos se transfigura en una unidad exacta, Uroboro de nuestros días y en el caso del poeta, de sus silencios vueltos idea.

Abraham es como un profeta bíblico, en este libro  libera los presagios del tiempo efímero, emancipa con  magistral elocuencia el final de la serpiente que se devora a si misma, y nos guía cual Virgilio a la entrada del misterio.

Escrita a doble tinta espiritual, la primera parte es una canto a lo venidero, visto por los hombres  a los que el tiempo ha habitado,  un canto a los minutos y las horas acumuladas en los divanes de la vida, la segunda parte es un canto a la nostalgia, a lo pendiente, al péndulo que irremediable desciende sin contar el segundo,  un canto a los suspiros contenidos.

Entre ambos capítulos está la nada crepitando, plegándose a los vientos del oriente, allá donde nace la vida y la idea, a veces amarga ceniza de lo cotidiano, tiempo perdido, a veces espacio de arrepentimientos absurdos.



Dice Abraham en la  dualidad de sus textos:

“La ventana es muda,
sin la tibieza de unas uñas
rescribiendo las arrugas de la madera”

En esta obra el autor  ha renacido como un hombre que sabe el tiempo, que reconoce los días que se  fueron y  los que irremediablemente llegan, no les teme a ninguno.

Aquí, escribe  no solo el poeta y sus musas, aquí escriben y le dictaron sus ancentros, los nativos, los más sabios, Abraham los supo escuchar  claro, también escribe Cronos  a quien leemos amargamente, preparando nuestra partida, aunque él difiera:

“Escucho morir a los amigos
a sus dientes
arar la lucha
de su furia contra el tiempo”

La obra quiere que veamos más allá de lo  intangible –tarea superior en todo sentido- para ello nos muestra cómo se deben recorrer los lugares cotidianos, dotándolos de la sacralidad que la vida en su lenguaje nos muestra con sus sortilegios.

“Sólo un poco aquí”  es un libro en el que el autor ya no busca ni el ritmo ni la estética, porque tienen la mejor genética poética de toda su obra, su búsqueda es clara: descifrar la metáfora del tiempo en nosotros;

“Traduzco una lengua callada
que escala la cima
para parlotear
con nadie”

La simbología del autor ha sido reconocida, construida y transmitida con una brillante claridad, seguramente ha descubierto sus símbolos en sus plegarias, y sus bíblicas plegarias le retribuyeron la sabiduría que Salomón siempre pidió. 
Aquí habla un sabio, a su lado camina el coyote hambriento, aquel estadista de Texcoco, el constructor, Nezahualcóyotl el poeta imbatible. 

La vena poética de Abraham Chinchillas ha envejecido irremediablemente y para fortuna nuestra nos la comparte.
En la segunda parte con el inconsciente Freudiano ha zurcido con precisión fragmentos de una poesía mayor, sagrada, hecha con hilos de sortilegio;
Transcribo completo su poema tres, porque fragmentarlo sería una blasfemia:

“Llego a puerto, voy
a donde el mar termina;
por eso mi prisa.

Llego a la frontera,
no tengo tiempo
para pasaportes ni cateos.

Llego al horizonte,
no tengo ánimo para
puestas de sol, ni para infortunios.

Llego al jardín
corcoveado del desierto,
donde florezco”.
Abraham se convierte con esta obra en un mago mayor, que no teme a las palabras, mucho menos al lenguaje que ellas tienen al hablar a otros, se ha consagrado como uno de los mejores poetas de nuestro tiempo, explora los misterios más complejos y los descifra para mostrarlos tal cual; el tiempo, la soledad, los años, la noche de una vida que aguarda. Le escribe a las musas de la nostalgia, las más hirientes que la poesía tiene, a veces las más socorridas y él, ha aprendido a no dejarse seducir por su belleza:

“Hay algo en estas manos mías
que me es ajeno”.
El libro es espejo y es puente, reflejo y camino por donde atraviesan los instantes más dramáticos de nuestra vida.
Descubrió ya los oscuros precipicios donde parte de la poesía vive y regresó con un pedazo de oscuridad en sus manos para que lo viéramos a la luz del día.
Abraham descubrió la única herencia que tenemos segura en nuestras vidas: la muerte, y se preguntó si se vive para siempre en la tierra, la respuesta es un título revelador y entrañable:

“No para siempre en la tierra
sólo un poco aquí”.

Cohutec Vargas Genis
Tepoztlan, Morelos
Julio de 2016