viernes, 17 de septiembre de 2010

POESÍA

1.- Ladrido 20
2.-En las canteras del Alma
Cohutec Vargas
3.- Haikú a Jaime Sabines



Ladrido  20
Con todo cariño para el Dr. Juan Cuautle 
y su excelente proyecto para la antología poética:
 "20 ladridos de amor y un aullido desesperado" 


Puedo hacer los ladridos más tristes esta noche.

Ladrar por ejemplo: “mi hueso es una estrella, 
O me esperan, crujientes,  mis croquetas a lo lejos”
.
El aroma de la noche gira en mi olfato y canta.
Puedo hacer los ladridos más tristes esta noche.

Yo la cola le movía y ella también lo hizo.
Porque en noches como está la  tuve entre mis patas.

Le  lamí tantas veces bajo el cielo su chiquito.

La perra me quizo, y a veces en brama me ponía
 Como no haber lamido sus grandes colgadijos .

Puedo hacer los ladridos mas tristes esta noche.

Aullar  que no la tengo, olfatear que la he perdido.
Oler la noche inmensa, más que una chuleta.
 
Y el hueso cae al suelo como orines  al rocío.


Qué importa que mi cola no pudiera acariciarla.
La noche esta olorosa y la perra no está con migo.

Eso es todo. a lejos otro ladra, a lo lejos.

Y mi olfato no se contenta con haberla perdido.

Cómo para acercarla, mis garras la buscan  

Mi lengua la busca, y la perra no está con migo.

La misma noche que me hizo orinar los mismos arboles.

Nosotros,  los de entonces , ya no ladramos lo mismo.

Ya no la huelo, es cierto,  pero cuanto la olía.

Mi ladrido busca el viento para tocar su oreja.
De otro , será de otro, pastor, o san Bernardo?

Su hocico, sus ancas largas, sus ojos amarillos.
Ya no le monto, es cierto, pero tal vez me pegue,
 
Es tan corto el celo y tan largo el aullido.


Porque en noches como esta la tuve entre mis patas.

Y mi olfato no se contenta con haberla perdido.
Aunque  este sea el ultimo ladrido que me arranca

Y estos sean los últimos arbustos  que le orino.



En las canteras del alma


 El maestro hizo un ademán con el báculo y rogó al discípulo
que se sentase en la piedra junto al estanque de los peces.
Así lo hizo el discípulo preparándose a escuchar la voz del maestro.

Gibrán Jalil Gibrán.

A mis hermanos de la escuela de Misterios
Depón las banderas negras que levantaste
desde tu nacimiento.

¡Hermano!
Alza la cara para que el rocío
de crepúsculos alivie tu dolor inescrutable.

Levántate, anda, dirígete con vigor
a las canteras del alma.
Toma tu martillo y tu cincel
y ponte a desbastar.

En el régimen que el Sol de mediodía domina,
abre bien los ojos para que la luz de Oriente
te purifique y te guíe.
No arañes lo que no alcances;
nutre incandescencias,
renueva los ocasos
de tu palabra y de tu alma.

Viaja cada día a las canteras del alma
para que la arquitectura de tus aguas
penetre a todos los que te rodean.

Alerta a los búhos que vigilan en las
entrañas de tu espíritu,
persuádelos para que después de sacudirse
el polvo de la esperanza,
se lancen a la conquista estoica de la sabiduría.
Alivia la maleza de tus ojos tallando los
mármoles escarpados que nacieron a la sombra
de misterios y enigmas seculares.

Ellos vieron mil amaneceres mudos,
ellos vieron mil crepúsculos de media noche,
que cantaban el cinceleo
de tus manos.

Quita con cuidado los sofismas subterráneos
que recubren tu tosca piel llena de dogmas absurdos.
Arranca luces policromas a cada intento de lucha
elocuente, yéndote paso a paso al camino infinito que
te llevará a mirar por primera vez tu rostro.

Siéntate en una laja de piedra esculpida para
leer suavemente el libro del Sol y la montaña.

Traduce el lenguaje y los misterios del aire y de la Luna.

Estudia profundamente el horizonte del hombre,
la belleza de la naturaleza
y los misterios de la divinidad sin nombre.



HAIKÚ A JAIME SABINES

En sabines dios
viejo pintor de nubes
en dios la poesía


2 comentarios:

  1. Recibe un T.∙.A.∙.F.∙. Te dejo un fragmento del poema "Creo en mi corazón, ramo de aromas..." de Gabriela Mistral:

    "...
    Creo en mi corazón, el que tremola
    porque lo hizo el que turbó los mares,
    y en el que da la Vida orquestaciones
    como de pleamares.

    Creo en mi corazón, el que yo exprimo
    para teñir el lienzo de la vida
    de rojez o palor y que le ha hecho
    veste encendida.

    Creo en mi corazón, el que en la siembra
    por el surco sin fin fue acrecentando.
    Creo en mi corazón, siempre vertido,
    pero nunca vaciado.

    Creo en mi corazón, en que el gusano
    no ha de morder, pues mellará a la muerte;
    creo en mi corazón, el reclinado
    en el pecho de Dios terrible y fuerte."

    Mi hermano, me parece justo dejar aquí estas palabras. Estamos en contacto.

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  2. Gracias por el Texto Querido Lizandro, espero pronto podamos concretar la reunión.

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