-Cuando las noches se mueven-
Por Cohutec Vargas Genis.
Era principio de mayo de 2011, llegue a casa de la cultura de Atlixco casi a medio día, me presente en la oficina del Maestro Ricardo Pérez Quitt que por esos días ya era director del Cultura del Municipio, platicamos de algunos detalles sobre la organización del primer encuentro “la poesía escrita en el agua” que se llevaría a cabo días después. El maestro me explicaba sobre la mecánica del encuentro, interrumpió el tema, tomo un oficio que estaba en su escritorio y me pregunto si conocía a Javier Duhart, tome el documento, un oficio de presidencia con el curriculum literario de Javier y le dije a, Ricardo que no, que no lo conocía. Fue la primera vez que supe del Maestro Duhart.
Pasaron algunas semanas y estábamos en el primer día del encuentro de poesía, por la noche se daría una cena en el restaurant fragaria, que está justo en la esquina que se asoma a la entrada del ex cuartel. No solo se ofreció la cena, los poetas anfitriones dimos un recital a los casi 50 escritores que llegaron de diferentes partes de la república, esa noches nos acompaño una lluvia invocada por la poesía, Javier Duhart nos compartió sus textos románticos, ahí conocimos su pasión por la literatura y la fuerza que posee al dar lectura a sus textos, actividad que lo caracteriza. Al día siguiente conversamos un poco, me obsequio una novela de su autoría, estaba feliz en el evento, pero lo que me llamo la atención de su personalidad fue su sencillez y humildad. Ahí conocí al Javier que hasta hoy conozco, sencillo, hombre cuyo símbolo es el árbol de ahuehuete; eterno, robusto, empoderado, y sabiamente humilde, que vive al pie de su elemento, el agua, que todo lo penetra.
No fue fortuito que nos conociéramos en aquel evento cuyo tema principal era precisamente su elemento: ¡el agua!
Después se integró al taller de poesía invitado por el maestro Ricardo Pérez Quitt, ahí construimos una amistad, que seguramente perdurará.
Javier Duhart es Hombre sensible, arquitecto de profesión, escritor, pintor y poeta, es un hombre culto. Se ha sabido cultivar en la sensibilidad que el arte ofrece, de él ha cosechado como arquitecto, obras que transforman el paisaje con geometría viva, como escritor novelas agiles e ingeniosas, como pintor cuadros en los que el desnudo resalta y lo abstracto nace con una claridad que sorprende, y como poeta una de sus más recientes pasiones, textos que se ajustan al canto sencillo, existencial, romántico; escritos a la orilla de la mar y sobre de la piel de la mujer amada.
Pero sobre todo, Javier, el hombre, sabe cosechar amigos. Conoce como tratar al otro, sabe tomar al ser humano, como se toma el agua de un rio, con las manos unidas y el corazón alegre para recibir la frescura y la amistad que cura la sed de compañía, principio del ser, que permite manifestarnos como personas diferentes; Generosas, sensibles, preocupadas, activas, en una palabra: artistas.
Antes de ser Narrador, el maestro Duhart es un excelente conversador, su extensa vida así se lo permite – y cuando digo extensa me refiero, a que ha sabido caminar sobre ella, yendo y viniendo a sus más lejanos horizontes- Javier disfruta el mundo, el tiempo, la comida, la familia, la ciudades, los amigos y a la mujer amada. Ha sabido vivir esta vida, hecho que solo quienes son verdaderos hombres, logran.
Con todos estos elementos, las novelas de Duhart son la posibilidad de acceder a un mundo del que seguramente saldremos enriquecidos.
Hoy tengo la gratísima tarea de presentar una de las novelas del maestro, Javier Duhart y es además, la más reciente: Rogelio y Otilia.
La novela atrapa al lector desde las primeras líneas, ni siquiera hay que terminar el primer capítulo para no querer soltarla, el lector va descubriendo los personajes, previendo la historia, y vislumbrando la serie de conflictos que a lo largo de la misma se presentaran y darán la agilidad y la atmosfera de aventura que posee de principio a fin.
Los personajes están construidos (así lo hace el arquitecto Duhart) con una claridad extraordinaria, Rogelio un joven en apariencia irresponsable pero que está justo en el límite de su vida, para afrontar el sueño de cualquiera, encontrar el amor, la riqueza y la verdad, no sin antes vivir en poco tiempo, la violencia, la muerte, la envidia, la venganza que siempre acompañan a la fortuna. Y por el otro lado como personaje central que le da a la novela, sobre todo, en sus primero capítulos, una atracción de fantasía, Otilia una mujer bella, de ojos verdes, de caminar sensual, pasión potente y discreta, pero que tiene el ingrediente que captura el instinto; es prima de Rogelio, los une la sangre y como se verá en la novela, un amor que irá creciendo a lo largo de la historia.
El estilo narrativo de Javier es desde el primer momento creado en base a la confrontación de los personajes, la cual, genera las situaciones que darán vida a esta serie que es como bien dice el maestro René Avilés Fabila “un filme, una película vertiginosa que nos obliga a seguir la trama” cada capítulo tiene en sí mismo una idea narrativa perfectamente elaborada, al autor logra lo que pocos, mantener la atención y el deseo de continuar leyendo el texto hasta terminarlo.
Los personajes antagonistas revelan el drama cotidiano, muestran los principales vicios sociales de esta modernidad, que se le han enquistado; la violencia, la envidia, la avaricia, la mezquindad y la venganza.
Ellos de manera trágica, dan vida a las situaciones extremas por las que los personajes principales pasan y resuelven, a veces no solo por el ingenio mismo que el autor les ha dado, sino también por situaciones, de las que el mismo autor los rescata, lo cual le da un ingrediente extra, que mas allá de estorbar o de ser criticable, es un recurso que aviva la emoción y el suspenso que aparece en toda la obra, esta presencia del autor lleva a la novela, a ser parte del estilo de Duhart, quien a veces lo hace ya de manera intuitiva.
Los personajes secundarios soportan la historia, cada uno aparece en el momento más idóneo, con ello el autor logra integrar, no solo una atmosfera realista, sino que también ambienta perfectamente los escenarios, que van desde los más urbanos, hasta los de una provincia de México que aunque esta perfectamente delimitada, podría ser cualquier lugar, permitiendo que el lector lo imagine, haciendo de esta obra, universal . Esto último, es un logro que solo los escritores con un oficio arraigado pueden conquistar.
La situación central de la novela acertadamente elegida y presentada por el maestro Duhart, llevada a través del dialogo y vida de “la tía güevos” que más adelante se convertirá en, “Salustia la grande” tía millonaria de Rogelio y Otilia, quien es asesinada, por su último esposo y que deja como principales herederos a sus sobrinos, desencadenan una serie de situaciones que divierten, al mismo tiempo que nos hacen reflexionar, sobre los valores que gobiernan nuestra cotidianidad y los vicios sociales e individuales que están presentes en nuestras familias y en nuestro tiempo.
De esta forma el escritor, con su narrativa, muestra una sociedad, en la que la fantasía de adquirir una riqueza súbita, es concretada en la novela, fantasía que en ocasiones nos ha hecho un pueblo perezoso, sin iniciativa y acostumbrado a esperar un salvador para resolver nuestros problemas individuales o sociales y que nos ha hundido por años en la miseria y explotación de las que hemos sido más que víctimas, cómplices.
La novela Rogelio y Otilia tiene una fuerza narrativa manifestada en algunos pasajes: La paranoia de una tía que desea obsesivamente a su sobrino y que lleva al límite a esta historia, al borde de hacerla una tragedia, situación que afortunadamente no se concreta, el comportamiento psicópata del último esposo de Salustia, quien además de asesinar a la tía, comete una violación que se describe con una crudeza que es necesaria, el erotismo en la intimidad de Otilia que junto a Rogelio, conocen la pasión a pesar de su parentesco y los actos violentos que sufrirán en un momento de la novela.
Vista la obra en su totalidad, encontramos que el tema central del escritor en la historia, es el amor, fuente de inspiración eterna, temática atemporal, fuente donde han abrevado los escritores y artistas de todos los tiempos, el amor mostrado como la fuerza que nos permite vencer los obstáculos más grandes impuestos por la vida misma, que nos brinda la posibilidad de entregarnos a otro ser a pesar de nuestros más ocultos y oscuros silencios, la fuerza que nos hace abrazar al instante, en el presente como el más valioso momento para el que fuimos creados. Desde el principio, Rogelio y Otilia, se saben enamorados, pero descubrirán que su amor, sobrepasará las costumbres y moral hipócritamente impuesta, que llena de complejos, impide la libertad que cada hombre o mujer necesitan para crecer y realizarse.
El autor sabe que el verdadero amor, no existe si no se construye sobre los cimientos de la verdad, y que sin ella, la cadena de mentiras sostendrá solo una ilusión en la que quizá muchos de nosotros vivimos. El maestro Duhart está consciente también que para acceder a ella – a la verdad- es necesario el valor, aquel que nos impulsa a actuar de la forma correcta y nos hace trascender como verdaderos hombres.
El dialogo que el escritor logra con su lector, es tan importante como el dialogo interno que los personajes tienen durante la historia, la reflexión y el pensamiento se muestran, para que al leer esta novela sigamos, no solo lo visible de los hechos, sino los pensamientos que han gestado, en esa noche silenciosa que se mueve en nuestro interior, para dar a luz una idea, con el que materializaremos una acción que determinará nuestra vida.
En sus XI capítulos, el maestro Javier Duhart, ha construido una historia perfectamente proyectada, y como no, si lo que mejor ha hecho el maestro en su vida ha sido proyectar obras arquitectónicas, y con las herramientas de arquitecto, a logrado la precisión, la belleza, la reflexión, la crítica y la recreación para sus lectores.
Esta obra por su accesibilidad, sencillez y agilidad, aunque está dirigida a cualquier público, es recomendable para los jóvenes preparatorianos y universitarios, porque al mismo tiempo que les divertirá, les hará reflexionar sobre sus aspiraciones y las dificultades que la misma sociedad o nuestras costumbres nos impone para conseguirlas.
Rogelio y Otilia, novela del Maestro Javier Duhart, es una novela con un estilo claro, hecha con maestría por un narrador que ha encontrado en el oficio de las letras, la posibilidad de compartir su vida y pasamiento, a través de su obra y en el caso de Duhart, hombre polifacético en el arte, nos permite acceder a los días inquietos donde la vida de millones de seres se encuentran para dar origen a historias fantásticas y a las noches que se mueven hacia nosotros para enseñarnos la posibilidad de lo humano en toda su potencialidad.
YANCUITLALPLAN, TOCHIMILCO PUEBLA A 13 DE JULIO DE 2011